Entra en la tienda de Navidul y descubre las características y proceso de selección para nuestro jamón ibérico de cebo de Extremadura. ¿A qué esperas?
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Buena pregunta. El origen de todas nuestras piezas es uno de los motivos de que, cuando lo abres en casa, esté buenísimo. En este caso, el jamón de cebo procede de cerdos ibéricos, lo que quiere decir que su madre es ibérica pura y su padre Duroc. Los cerdos de los que procede el jamón de cebo ibérico son alimentados con cereales y piensos hasta que alcanzan un determinado peso, lo que les aporta un punto de grasa único.
Nuestro jamón de cebo ibérico se cura durante un largo proceso de más de 24 meses, de los cuales los ocho últimos se dedican al reposo en nuestras bodegas, donde adquiere los característicos aromas y matices del buen jamón ibérico.
La permanencia en sal del jamón Ibérico Navidul es mínima, lo que permite disfrutar aún más de un jamón ibérico bien curado. Al terminar su curación, se selecciona cada jamón según estrictos criterios de textura, conformación y cala, que garantizan al consumidor la máxima calidad de nuestros productos.
Los jamones de cebo ibérico siempre estarán señalados con una brida blanca que certifica el origen de la pieza y su alimentación. Es decir, que los animales han recibido una alimentación a base de cereales, piensos y legumbres. Esto le da al jamón de cebo ibérico una textura especialmente jugosa y un sabor muy agradable al paladar, poco salado y con gran aroma. Increíble lo que afecta una forma de vida concreta al sabor, ¿verdad?
Uno de los factores más importantes que influye en la calidad de un buen jamón de cebo ibérico es su curación. Los jamones de cebo ibéricos de Navidul se han curado durante un largo proceso de más de 24 meses, de los cuales los ocho últimos se dedican al reposo en nuestras bodegas, donde las piezas adquieren los aromas y matices característicos del buen jamón ibérico. Una información que, oye, no está mal saber para cuando alguien de tu familia te pregunte: ¿por qué está tan bueno este jamón?
En la tienda lo tienes más fácil: basta con fijarse en que tenga una brida blanca. Pero si ya está cortado, también existen algunas características que te van a ayudar a saber si lo que tienes delante es un verdadero jamón de cebo ibérico. Lo primero, fíjate en la grasa. Debería ser blanca, no amarillenta, y tener un aspecto especialmente brillante. Además, si lo pruebas, su sabor debería ser jugoso, poco salado y tener una textura poco fibrosa.
Antes, se denominaba jamón ibérico de recebo a aquel que provenía de cerdos que habían sido alimentados durante parte de su vida con bellotas, pero que finalizaban su engorde con piensos al no alcanzar el peso suficiente en la montanera. Pero, al tener cada etapa una duración poco concreta, muchos vendían a precio de bellota jamones procedentes de cerdos que en realidad habían comido mucho pienso.
Por eso, desde 2014 la normativa prohíbe esta denominación, para que el consumidor tenga claro desde el inicio cómo ha sido alimentado el animal y, por lo tanto, el sabor y qué características concretas que puede esperar de cada pieza.
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